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ENTRE LINEAS

Historia de una obsesión (y III)

Historia de una obsesión (y III)

Un día recibió un SMS en su móvil. Un ocho de abril. Fue un escueto mensaje que cualquier extraño al leerlo no le hubiese encontrado sentido. Si para ellos, por eso supo que era de ella al instante aunque nunca le había facilitado un número de teléfono. "Es que la factura del teléfono va a la cuenta de mi novio y, ya sabes, podría ver tu número". Esa era la excusa durante los anteriores catorce meses. "Te llamo yo", le escribía él. "No, no. Él puede estar cerca. Prefiero llamarte yo en cuanto pueda". Así se cerraba el círculo. Era inútil insistir más porque las líneas éran del todo paralelas cuando él intentaba hacer uso de cualquier otro sentido.

Ahora era diferente. Ese mensaje de ella en el móvil, significaba que se había podido zafar de la cuenta corriente de su novio y era ella la receptora de las facturas. ¡ Bravo !. Eso quería decir que, ¡ por fín !, podría oir su voz. Su voz después de casi un año y medio. Vana ilusión la suya porque las voces siguen ahogadas. Parecían haberse asfixiado en las cascadas de mensajes. Diez, cien, mil, si hubiese más día podrían enviarse. Mensajes encendidos, ardientes, mezcla de pasión y deseo, de esa ebullición que siente el volcán en su interior cuando está a punto de explotar y su magma caliente quiere salir para bañar de lava la tierra que encuentre a su paso ... "La intersección efímera de los deseos, da tiempo para mucho... y más" "eso de tener mas momentos llenos de tí es un auténtico vicio"... Un vicio, si. Como el que él sentía comiéndose el móvil con los ojos. Cogiéndolo y dejándolo como si, en cada movimiento originado por las idas y venidas del móvil a la mano y de la mano a la mesa, tuviese que venir un mensaje de ella... "Enlázate con mi cama, ahí te querría encontrar ahora mismo..." y, sobre todo, algo que ella siempre le escribía a él: "Lo malo es que deseo más de tu tiempo, quiero mas de lo que te dejo darme... y se que eso me borrará de tu vida".

Fue instintivo, animal. Marcó su número de teléfono sin avisar. Una... dos... tres... cuatro... cinco !!!. "Ha llamado al 69999999999" decía una sincopada voz al saltar contestador "Deje su mensaje después de oir la señal". "No, así no". Y al cabo de un momento, un mensaje de ella: "Has colgado demasiado pronto. No me diste tiempo a cogerlo" y, casi sin tregua, él "¡Te vuelvo a llamar!". "No, no. Ahora ya no puedo". ¿Conoceis la sensación de la mutilación del deseo? Eso es lo que sintió él. Apenas pudo aliviarlo la segunda parte del mensaje: "Mañana te llamo". Y esperó al día siguiente una llamada que no se produjo. Así que él decidió poner fin a esto. O todo o nada. "¡¡Tengo que saber qué hay tras este sentimiento que nos arrastra!!" "¡ Y tengo que saberlo, ya!". Y se lo dijo. De la única manera que pudo. De la única manera que le dejaba. "El miércoles vengo a verte". Un mensaje. Era jueves. "¿De veras? ¡¡ Biennnnnn !! Dime ¿te quedarás esa noche?" Parecía ella saltar de alegría al otro lado del teléfono. Claro... ¿cómo no me iba a quedar esa noche? ¿cómo no me iba a quedar todas las noches contigo?.

 

 

Pero el encuentro no se produjo.
Tampoco la llamada.
Demasiada distancia.
Demasiada separación.
Demasiadas vivencias no compartidas.
Demasiada lejanía.

Ambos pusieron distancia a la distancia y se tornó en un abismo que cansaba remontar.
No fueron capaces de hacer de ese tiempo, su tiempo y el mismo tiempo los separó para siempre.
Porque no era su tiempo.
Vivían en edades diferentes que no quisieron enlazar.
Porque no era unir sus vidas lo que deseaban.
Muchos demasiados cerraban un círculo de monotonía que no fueron capaces de romper. De puro aburrimiento.
Ahora están lejos y no se quieren alcanzar.

Hasta que ella decidió que debían seguir siendo unos extraños.
Ya no cabía esperar más.
Ya no había que esperar nada.
Ya no había nada.

Serían lo que ella, por fin, un día se decidió a confesarle.
Unos extraños para siempre.

 

8 comentarios

Para Violeta, un bichito -

Compartimos muchas más cosas de las que nos empeñamos en no compartir... ;)

Violeta -

Nunca he encontrado consuelo por compartir un mal, pero ayuda a saber que no eres un bicho raro.

Besitos dulces para mi apreciado amigo.

Para kaleidoscopio, incondicional donde las haya -

Es, como se dice, el pan nuestro de cada día. Es la historia de la vida que siempre es fascinante cuente quién la cuente. Un beso mi querida e incondicional kale... :)

Para Violeta, mal de muchos... -

... consuelo de todos. Lo único que hay que aprender es a salir como en la enfermedad más terrible que puedas padecer. Siempre se puede salir. Besos lilas querida Violeta.

Para anónimo, pena, penita, penaaa -

Si pero es lo que hubo y no merece la pena lamentarse. Hoy alguien me decía que todos los pozos tienen fondo... a partir de ahí sólo queda ir hacia arriba ;)

kaleidoscopio -

Que cosa!! historias cotidianas que contadas por tí son tan exquisitas... Aún cuando sean de otros años cuéntalas para mí...He seguido la historia desde el inicio pero no quise escribir hasta conocer el final... qué final, que realidad, que lejanía... TKM

Violeta -

Hay muchas personas que se pueden sentir identificadas con este relato, muchas personas a las que "los demasiados" les pesan en el alma. Esperan que un dia esos demasiados desaparezcan, pero si no luchas por lo que quieres... Jamas desapareceran.

Besitos.

anonimo -

Que pena!!!!!